
Mi barrio es de tierra adentro,
tercer ojo del centro del epicentro.
Su aorta es el bulevar,
justo al lado del mercado,
y un poco más a la izquierda
su corazón, la Plaza Vieja
que ya nació con vocación de abuela.
Hubo allí gente que murió sin ver la playa
ni cruzarse con una gaviota errante
que buscaba entre las olas el ombligo
de aquel espejo salado.
Por un extraño capricho,
la utopía hizo allí su casa,
y desde que yo recuerdo,
en las calles,
a voz en grito,
cientos de personas
siguen reclamando de las autoridades
un puerto de mar.

No hay comentarios:
Publicar un comentario