De aclarar misterios
se
ocupan los creyentes
del
Cristo que tiene a su espalda
la
sombra vigilante;
los
que viven con dudas y dunas y bengalas no sentencian secretos,
unen
trigo y amapola por hacer hermoso el color de la naranja,
miran
al sol en su caída
y
a veces negro y azulvioleta y verde-rosavientos,
no
miden el peso
de
un día en la distancia del mar de los planetas.
El
enigma de cómo será el rayo que parece que separa,
impulsa
la espera
de
ese instante
de
apenas un silencio.