Un muerto es alguien que grita.
A la vida,
al deseo,
a la muerte
y a los gritos de los otros muertos.
Cava una fosa,
cúbrelo de tierra o deposítalo entre cemento.
O quémalo y esparce sus cenizas,
mezcladas con los restos
de un sarcófago barato,
o el que tiene el brillo
de la mejor calidad.
Que se haga cargo el viento.
También puede guardarse en el fondo del armario.
Seguirá gritando
lo que no entendemos.