Carlos Castaneda |
El ala del águila alejará el sudor
del cuerpo a la intemperie
para cubrirlo de escarcha dimensionada
en el arrecife de los claustros sin tejado.
Revuelta de los sentidos
sujetos
por el anzuelo escondido.
Y tras una revisión del tiempo,
se desvelan como Salomé
los caminos que no existen,
que siempre se pisan,
pasillos anaranjados
ante el fulgor de la noche
agraciada en firmamento.
Miles de heridos esperan anestesia
entre gemidos controlados por el uso del curare.
La gran figura del siglo XX se revela en la pantalla
y se arropa con lianas fraternales, fuertes, verdes
como espíritu de hojas de acebo recién mojadas.
Estoy y no en las hebras de un hilo que late
en cada hueco de la fibra de una cabeza que habla.
2 comentarios:
No dejas de sorprenderme...gratamente Susi
Un abrazo
Huellas, antes se me ha pasado decírtelo, así que aprovecho para agradecer tus visitas a mi blog... bueno, a ti y al Luigi jejeje
Muchas gracias, hermosa.
Publicar un comentario