
Un tenista homosexual me agrede
con su raqueta
porque un hombre con ojos de deseo
no le mira a él,
que va tan guapo de uniforme,
pequeño cocodrilo de
fauces abiertas.
Ahora habla de la bondad
de los pepinos españoles
-ayudemos al agro, comámoslos-,
dice mientras el tráfico no avanza
a causa de la imparable ola humana
que sube y baja por la montaña sagrada
con un bar en cada puerta.
El alto y fornido camarero libanés
acaricia espaldas, sólo las de machos,
cultura relajada en baños turcos y jaimas
con aroma de menta, de haschisch encendido
y simiente de vida muerta.
Y esto no es un sueño, no lo es,
me digo al mirar desde atrás
los cuadros para una exposición
que se defienden como pueden
del siniestro peligro de extinción
encaramado sobre la guerra.
4 comentarios:
El hombre con ojos de deseo seguramente te miraba a ti, y claro, el homoxesual cabreado...¡ah! que eran cuadros...jajajja
Genial Susi
Jajajaa... allá la imaginación de cada cual. Pero esto pertenece a una visión de la vida cotidiana, eso ya te lo digo... y no en la sala de un museo.
Gracias, brujo.
Formas de ver la vida amiga Susi, de ver la vida y de entender la poesia. Imágenes que parecen surgidas de una mente como la de Dalí. Un abrazo.
Dulcinista, ya sabes que con que nos separemos un milímetro del camino mental trazado por lo cotidiano, aparecen formas y actitudes en las que nunca nos habíamos fijado, pero que están ahí constantemente para darnos otro punto de vista.
Un abrazo, amigo poeta.
Y no sabes la alegría que me da vete también por aquí.
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