
El suplemento dominical está esparcido
por el suelo, como si una garra de tigre
hubiera aventado los trozos del papel
que acaba de arrancar.
Vuelve esa presencia amarga a devanarle los sesos,
a hacerle escuchar detrás de la puerta
cuando todos duermen el sueño del bendito,
a manifestarle que nunca le dejará abandonado
y siempre le cuidará...
Supone que debajo de la cama estará a salvo
de esa odiosa voz de coliflores desteñidas y
paracetamoles al por mayor
obtenidos con tanta facilidad.
Si eso falla, si se hallara en las artríticas manos
de esa loca descafeinada y solemne,
aguadora de vinos y de placeres,
pasará a la siguiente defensa
blandiendo una hoja de afeitar.
2 comentarios:
Genial! Un verdadero placer leer este poema. Un saludo, amiga.
Me encanta que a ti pueda gustarte, ya he podido comprobar en tus textos un revoltillo mental parecido al mío jajaaaa.
Un saludo.
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