Todo huele a limón.
Pero la causa es el cántaro que lo riega,
que va levantando chispas en la tierra
por el frescor inesperado del revoloteo del agua
subiendo hasta las venas del fruto
en forma de canción.
Tierra de los mil soles,
cegadoras llamas que regala el cielo
de un pueblo mirando a la Meca,
tan pequeño, que las espinas de las chumberas,
sultanas de sus espacios,
abrazan muros de azulejos que brillan cuando pasa
el que adorna los siglos con su calor.
Huevo árabe en nido de infieles,
párpados pintados de kohl
para protegerlo del mal de ojo del cristiano.
El levante de la península ibérica aparece recogido en las fuentes documentales árabes como
Xarq al-Ándalus (al oriente de Al-Ándalus), región que está considerada como uno de los
focos culturales de mayor importancia durante los períodos históricos de los Reinos de Taifas
(Mulúk al-Tawá'if) bajo el gobierno de los amiríes valencianos (1021-1146), los Almorávides
(ss. XI-XII) y los Almohades (ss. XII-XIII). Ciudades como Denia, Murcia, Valencia y
Xátiva cobraron gran protagonismo en el campo de las humanidades y de las ciencias.
La poesía y la música serían invitadas de honor en las fiestas de los palacios, donde se daban
cita los sabios e intelectuales más reconocidos de la época.
2 comentarios:
Cuando he visto la foto debo confesar que la intensa mirada me ha dejado impactada. Esa forma de ocultar la infancia en adornos adultos y ese rimel corrido de lágrimas...o no, me ha llevado a una niña entregada a un adulto en matrimonio.
Pero tu poema habla de la historia, de la cultura de los pueblos y es hermosa en su recuerdo.
Abrazos
Ana
Puede que muchas veces sigamos pensando que la cultura occidental es la menos mala de las que hay en el planeta. Pero no es así. Formas de sojuzgar a las mujeres, de humillar a los hombres, de abusar de niños y ancianos, hay tantas entre nosotros...
Tradicionalmente, los árabes se pintan los ojos, hombres y mujeres, con kohl, un polvo negro o gris que es bactericida y, al oscurecer los párpados, se protegen además de los rayos solares. Por tanto, no es extraño que le otorgaran una dimensión mágica y pensaran que les protege contra el mal de ojo.
Pero tienes razón, aquí hablo, en general, del orgullo de un pueblo que jamás se someterá. Y en concreto, del lugar en el que nació mi padre, un trocito árabe en tierra cristiana del que heredé más de lo que parece, por muy madrileña que me sienta.
Un beso, Ana. (El regalo, casi viajando, ya te diré)
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