Los
días van cumpliendo su mínima tarea
de
alados soldados ciegos.
Un
cielo de campana se acerca al escenario de los vientos,
un
saber alado negro,
una
palabra no dicha,
joya
falsa,
persigue
pasos huidizos
en
esta pesadilla.
Ya
casi nada es creíble en las señales que llevan mi cuerpo
por
senderos de invisible niebla.
Combino
rabia y la estructura de un hueco
sin
saber qué elegiré más tarde,
concedo
a mi instinto equivocarse
las
veces que sea necesario
ver
estallar un astro
en
mil pedazos que son míos,
repongo
en la alacena un cuchillo sin filo
que
se perdió mañana
y
dejo cumplir al tiempo
su
mínima tarea.
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