Su abrazo se curva con movimientos de espiral alucinada.
No importa cuál es el secreto del origen,
ni cuento sus besos hipnóticos a la luz de mis ojos cerrados;
porque me veo enfrente,
me reconozco y me extiendo
-como lo hace,
en el aire que sopla,
un papel a la deriva-,
encuentro mi reflejo y lo acuno con cabellos y con piernas,
anido por un momento en las ramas eternas
de la inmortal transformación.
Aparto la maquinaria,
dejo de soportar el peso de la inercia
en arterias y huesos,
en deseos con sonrisa de cómico triste.
Porque su carne me habla, porque su sangre
me piensa y mis latidos son constantes
canciones de alquimia viva.
Porque salgo de la guerra
cuando me pego a su piel;
porque soy yo quien entra en él.
Y me disuelvo.
2 comentarios:
... como el azúcar, como la nata, como un flan de caramelo, pero con XX.
Genial todo, hasta el banquete de mi mente al leerte.
Saludos!!
Hola, brujo. El placer me lo da a mí verte por este loco espacio. Un besote.
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