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Paisaje invernal de Guardo |
"En Castilla, nueve meses de invierno y tres de infierno."
Enero no vino en silencio,
gruñó enseñando los dientes de color agua fría
para abrirse las tripas con un puñal de moradas
ojeras y un golpe de viento.
El invierno había sido recibido por manos blancas
para que el azul del hielo endureciera la espuma
que da vida a las cabezas parlantes de las fuentes.
Más tarde, los olores a mortaja desaparecieron
para dar lugar al vuelo de hormonas vegetales
y coleópteros brillantes de polen.
El dios de la siembra subía diariamente
a la vertical imposición de manos sanadoras
y el día se iba vistiendo de largo pasillo iluminado.
Casi a la mañana siguiente, la primera manzana cayó
para despertar con su aroma al trueno
que reclamaba su trono vitalicio.
Volvía el frío a las tierras viejas.