Duelen los pies de andar el pedregoso sendero
hasta llegar a tu campo minado.
Almenaras distinguen las torres que te habitan,
de lejos veo sus luces
mientras una brisa escucha al río,
tan sigiloso como una nube cubriendo,
de repente, sombrillas y toldos
en una verbena fantasma.
Desdice el silencio lo que no acordamos
en ningún banco de ningún parque
aquella noche fría que tenía los dientes de hielo.
Naturalmente, retomamos el legendario aspecto
de sinuosidades no identificadas
en el fluir de las calles.
4 comentarios:
Qué magia tienes Su, para enredar palabras y tejer con hilo de oro.
Huellas, que luego no va a haber quien me aguante...
Un abrazo, mi querida Ana, y agradecida.
Es difícil, Susi, leer un poema tuyo, y no quedarnos con ganas de decir algo; ahí viene lo más complicado, dada la forma de expresión que has elegido. En este bello poema das varios giros; "Desdice el silencio lo que no acordamos..." para acabar en lo que parece ser la relación de todos los días; "retomamos el aspecto/ de sinuosidades no identificadas / en el fluir de las calles,
Un saludo, Susi.
Puede parecer osado aventurar una explicación a lo que escribo, pero a veces hasta yo me imagino lo que quiero decir.
Lo que sí me ocurre siempre es que aprendo sobre mi misma leyendo lo que sugieren mis versos a los lectores, pues me doy cuenta de la polivalencia de los mensajes.
Y os lo agradezco, amigo Efe.
Un abrazote.
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