Vamos en direcciones opuestas hasta encontrarnos,
de repente,
como si del nacimiento de un rayo se tratara.
Átomos ciegos por la velocidad de su propio impulso,
pulgas que en cada salto rodean un año y seis días
de muchas horas.
En sentido contrario hasta que choquemos
-pese al espacio que nos asume-
contra el incendio en la bombilla que más alumbra.
O a favor de lejanas evoluciones.
Volando sobre antenas,
fundimos nuestras alas de mosca
con la cera de un Ícaro superlativo,
el sueño de un niño invencible.
2 comentarios:
Oh!! Minos me tenía secuestrado hasta hoy el cerebro Susiiii!! Me acerqué a una bombilla por un rato y la cera al despegarse dejó mi neurona hacer de las suyas. Por la Diosa que me he dado cuenta que cuanto más me alejo estoy más cerca!! En cualquier momento me lo encontraré y todavía no he pensado que hacer...Mierda!! Creo que me lo voy a comer a besos jajjajajja. Que linda sos, esta vieja te revuelve los poemas muchachita.Besotes todos.
Me revoloteas los versos, pero es así como tienen más sentido. Vamos a comernos a besos a nuestro átomo, es la mejor forma de alimentarse. Chau, princesa.
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