La carretera costera es una cicatriz añadida,
forma parte de ti desde que quisiste montar
en el vuelo de una mosca sobre dos ruedas
dejando atrás las raíces, subiendo por los tallos
rectos de veloz asfalto horizontal en negro.
A lomos de tu caballo de hierro defiendes
la osadía del independiente sol,
que queriendo ser luna envuelta en nubes rajadas
por navaja de santo, se abre acuciado por el polvo salvaje
en estratos sangrantes de velos ciegos.
Máximo gas en puño de cuero gastado en pieles frías,
lenta madrugada solitaria de por vida.
Vuelo de búho vestido de halcón-mirada-de ángel,
rubicundo querubín quemado en aceite S.A.E. 50
ideal turquesa obtenida en el seno del miedo.
Se introdujo la gasolina sin permiso en las venas
para llegar hasta el corazón impregnado de altares
rezando al son de tambores reflejos en lágrimas
que recorren las curvas de la lejana autopista.
Ya no hay vuelta atrás en el paso del tiempo.
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