Y salimos a buscar flores
de saúco
en la medianoche del día
más largo,
Lucy les dice que no
teman,
sólo queremos su
dulce aroma.
Entonces, se abren como
un arco
de norte a Pernambuco,
de la osa madre al
aullido,
del maullido a la loma
negra,
de la tragicomedia a la
práctica infinita
de lo todo por hacer.
No son blancas, son
eléctricas,
como un micropunto
superando fronteras
demolidas
por quien lo merece.
Una sinfonía de ácida
gota de miel.
Cuando volvemos,
siguen vivas para
siempre.
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