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Fotografía de Daido Moriyama |
... regresaban las miradas
a los ojos de una noche sin luna.
[nada, entre ese momento y ahora,
tiene más importancia que la oscuridad
de aquellas pupilas empequeñecidas]
Se abrían los balcones de todas las calles,
el punto amarillo iba alumbrando los malos sueños
para hacer con ellos humo, cenizas y sangre de sauce,
el asfalto era la broma de un río;
sus orillas, enfermedades
de transmisión sexual.
La voz negra de un gato en el callejón gritaba:
"¡la inmortalidad es mi ausencia!"
... y desaparecía.
2 comentarios:
A veces los gatos gritan palabras de gato y cenizas para ausencias amarillas que se cuelan por tus versos.
Juanma.
Soy gatuna, Juanma, aprendo mucho de ellos, nos entendemos bien. Y es verdad, cuentan cosas...
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