Es por ser, le digo.
Y entonces deshago
esa verborrea pastosa
del color del acero,
pero de un cristal tan fino
que se atomiza voluntario
cuando el respingo de una rama
le recuerda
que no le acompañan los tiempos
ni le avalará el flujo de un río,
que la mañana no quiere ser cómplice
del ala de ese sombrero.
Porque una boca que besa, expía
e invoca a los espíritus más negros
del hielo que sabe derretir
el filo de unas pestañas.
4 comentarios:
¿Quién pagará los vidrios rotos de esa verborrea?
Además de que esos fragmentos ya no se pueden rehacer y volver atrás.
Supongo que los paga quien los rompe, o sea, yo...
Hay que pagar un precio por todo, brujo, y éste compensa pagarlo.
Cristales rotos... me has dado una idea, Benja, voy a ver qué hago con eso.
Agurcito.
Que viaje me estás dando por estas voces de humo y blues... que compactas tus letras. Ummmm delicioso
Me alegro de que le puedan gustar mis letras y esas voces a alguien como tú.
Besos hasta que te hartes.
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