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City of shadows, Alexey Titarenko |
El unísono batir de alas se sobrepuso
a la pausa marcada por el lodo
que vivía sobre todas las cosas.
El calor desecó la carga y quedó
la piedra enmarcada en musgo
como escenario de un ballet de plumas
tan suaves como la hora violeta.
Pero cómo pesaba aquella capa de hollín
sobre los núcleos duros de las sinapsis,
ese traje de luto para el desfile hacia el cementerio,
que se vea la clase, la innata elegancia
de quien no supone ni malgasta una duda
más allá de lo necesario.
Observando a través de mis gatos
veo la caída, el baile de los muertos
maquillados con lentejuelas y una atmósfera perfecta
para que todos los miedos sean verdes putrefactos
con olor a infierno activo.
2 comentarios:
Una irrealidad traslucida a una realidad infernal. Genial.
Saludos
A veces es mejor imaginar que comprobar, brujo.
Laster duzu, nire lagun.
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