Bordeo las señales implicadas en la desazón
del yerto invierno para seguir un camino
escondido entre malezas.
Los rayos del sucio sol señalan el hueco
por donde trepa una araña
mixtificando la entrada al laberinto
de los hilos de metal.
Un recuerdo de viento acaricia mi espalda
animándome a seguir hacia el levante
de las rocas polvorientas por el tiempo,
imperativo perennemente
presente sólo en las mentes
de los mamíferos erectos,
su inmanente telaraña.
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QUE
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