Café amargo y luces de bohemia,
antes
y después de los disparos.
Los
coros son agudos y rompen el silencio que anida
sobre
una mesa de horas consumidas dentro de la sangre;
suenan
luego campanas doblando locas el aire
por
los vivos de cemento,
22.000
laboratorios desfilan con botas nuevas
de coltán sintético, anestesian escaparates
en la retaguardia, ríen
como si hubieran tenido siempre
ganas
de morirse lamiendo
sobredosis
de cloroformo
(…
de dónde habrá salido tanto uniforme... )
Café solo, vale la pena escaparse
de
un final tan bien ejecutado.
2 comentarios:
vv
:))
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