Nadie sabrá qué oculta el temblor del rayo,
no habrá quien comprenda su idioma reflejo
en los límites que lo crearon sin motivo,
leyes precisas o causas necesarias.
No querrá el silencio que precede al eléctrico alarido
contar por qué se gesta la presencia extraña de esa cicatriz
en el rostro de un cielo taciturno,
ni buscará respuestas quien atiende al súbito espectáculo,
sorpresa de ojos abiertos ante el sonido quebrado por luces
en ángulos convencidos de ser arte y milagro
vacío de la esperanza de vivir para siempre.
Ayer, mañana, todo uno en décimas relativas,
vida efímera ausente de dudas.
Presencia absoluta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario