De sus ojos salen,
rápidas o lentas,
conversaciones de hormigas
recién nacidas al ámbar.
El oficio de hacer cielos se lo enseñó alguien
que mira encajes de árbol
y habla con no palabras cuando sonríe siempre.
Brillan, no hay necesidad de mapas
para encontrarlos, por ellos salen
linternas encendidas en oriente
si lo oscuro es grave sobre montes,
ecos, cabellos y briznas,
sobre el telón de todos los escenarios.
Como si fuesen,
minerales, estatuas y verdes,
igual de importantes.
2 comentarios:
Eres capaz de hacer hablar a las hormigas, yo creo que tu poesía sigue siendo la de una niña que nunca dejó de soñar, será por eso que me gusta tanto.
Un beso especial a tu orbe
Ojalá sea eso. Abrazo grande, Ana.
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