Para mi último abuelo, valiente como un niño que no sabe lo que es el miedo.
¿Y qué hago con el polvo de tu casa, reliquia enamorada de lo más pequeño?
Con las risas de tu hermano muerto -ángel de pesebre-
con el tren que te llevaba a los campos de tabaco,
con ese estruendo de botas negras,
con las olas que no viste más que desde lejos...
El campanario vigila de nuevo los pasos de los zagales,
apunta a sus huesos para quebrarles las voces,
enterrarlas otra vez en las acequias y que su aroma se pierda
en el hedor de un muro acribillado desde el silencio,
porque ancha es Castilla.
¿Qué hago con tus pupilas, transparentes por tanto llanto inaudible?
Acróbata condenado a la quietud del cementerio,
duende burlón de autoridades, apócrifa nota de himno falso,
puño cerrado ante la muerte, dime...
6 comentarios:
Estuve el otro día Susi, leí este poema y me fuí desarmada,¡soy de simple! Fácil me quedo sin palabras ante tu poesía amiga. Y me fuí con mi abu, el gallego más lindo que vi, la persona que me enseño a hablar con la mirada y tantas cosas más. Por eso yo no quiero de olvidos, aunque duelan, necesito cerrar los ojos y oler su tabaco, la piedra lumbre que usaba para luego de afeitarse, ese inconfundible carraspeo que usaba para llamarme la atención y que corriera a abrazarlo. Vamos de copas hoy amiga, trae a tu abuelo y lo compartes conmigo si?
No era mi abuelo de sangre, pero no recuerdo haber querido a alguien de ese modo, con esa ternura tan desprendida. Tengo su resto enamorado en mi casa, nada macabro, no te creas. Cuando miro ese cacharrillo que lo contiene, veo sonrisas y su compañía eterna. Y una ingenuidad de la que sólo es capaz un niño que no sabe nada o un anciano que lo sabe todo. Y si nos vamos de copas, el abuelo viene, pues anda que no le gustaba pasarlo bien. Gracias, mi niña, tus palabras son bálsamo y caricia. Enorme abrazo.
He leído los comentarios, Susi, y se me ha ido el discurso que tenía. Te has dejado muchas características tuyas para escribir este poema. Lo has desarrollado con una sencillez asombrosa, hay denuncia, aflora el sentimiento.
Un abrazo, Susi.
Si que denuncio, Efe. Denuncio la pena de tanta gente condenada a vivir en el silencio y, a pesar de eso, haber sabido vivir y llegar a viejo con una mínima dignidad. Es una pena que no miremos a nuestros mayores, ellos nos dirían quiénes estamos obligados a ser, si es que queremos ser, y no solamente estar.
Siento tu pérdida.
Lo que dices de el es muy bonito , me emociona.
Con ellos muere parte de nosotros , no es justo
Nada de eso, Agüita Clara. Mi encuentro con ese hombre fue 'fortuito'. Pero sé que algo nos unió para que sus recuerdos no se perdieran y que vivieran en mi.
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