El embrujo de la tarde comienza a mover su melena.
No hay nada tan esencial y tan breve
-tanta seda entre los dedos-
como una madeja de pelo
embriagada por la brisa del otoño.
Gris y nubes son escudo de las luces,
son muralla, son barrera que contiene
el pleno pulmón del aire
para no morir en éxtasis de respiros.
El latido de sus ojos, seguramente contamina de oro
el camino que siguen las brumas.
Seguramente alimenta la experiencia con sonidos nuevos,
seguramente. Y puede que hasta sirva para resolver
el misterio del sudor de las pestañas,
que se vuelve costra de sal si no duerme en ángulo la pupila.
Cualquier cosa se aclara
bajo su mirada de luna creciente, seguramente...
4 comentarios:
Segura e inevitablemente el ocaso trae la noche y el otoño deja su alfombra presta al invierno.
Ojos de oro, suspiros y misterios se mezclan, aclaran y te llevan a la incertidumbre....seguramente.
Un placer volver a transportarse por ti.
Un beso
Entramos en la parte más inerte del año, la que prepara lo que nacerá más adelante. Y me gusta.
Lo que es seguro, Anita, es que me ha encantado volver a saber de ti.
Un abrazo.
Será que soy muy sensiblera niña, pero yo veo amor en el poema, veo caricias y mas que suavidad, siento ternura. Me gusta el viento en el cabello, es la propia caricia, la que llega sin siquiera esperarla,la mas linda. Será que son de nacimientos tus palabras, de cosas nuevas por venir, el movimiento siempre proviene desde la quietud, sin ella no sería nada como la luz sin sombras como las pestañas sin misterios.
Hace rato que no te digo que te quiero, hoy es un lunes fabuloso, recién nacido, suavecito, como tu poema.
Eres sensible, corazón. Por eso sabes leer el amor que hay, las caricias que hay, la ternura que hay.
Gracias por tu presencia, Lyliam, sabes que eres una persona muy querida para mi. Y valiente. Te quiero, preciosa.
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