Luz del extranjero
en pleno verano mediodía,
casas blancas,
cielo ciego de tanta claridad,
una enfermedad devorando a vírgenes y artistas de circo,
sonidos reconocibles,
huellas en la playa de la madre muerta,
un asunto elíptico y elástico,
como un hilo de goma de almizcle
en el pico de una lámpara.
Seguía las señales de su instinto
y al grito que brilla en el filo de un puñal.
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