A medida que el tiempo
cumple con su propia ley,
una amenaza me sigue pareciendo
una amenaza,
esa mirada torva
no puedo decir que no es,
repito el mismo gesto
ante un espacio vacío,
algo surge y crece siempre que alguien tiene
la intención de quebrar el suelo bajo mis pies,
y no procuro entender
ni su honda amargura
ni su triste historia:
me defiendo,
es un impulso aprendido
cuando nací,
aún no he olvidado
el primer grito
que salió de mi pecho.
Una mancha en la pared
me cuenta una historia
de mitos personales.
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