Bonjour,
princesse,
le
digo al rostro reflejado en la fuente.
Un
eco sugiere
que
no es ésa la mejor conducta
para
una señorita,
que
hay que esperar
a
que alguien
tenga
a bien
fijarse
en su hermosura
y
se lo diga.
Le
respondo que la tristeza se ocupa
de
quien no sabe que existe
más
allá
de
la cárcel de los cuerpos;
que
no tema
que
me enamore de mí misma.
Sólo
quiero estar segura
de
no ser Ofelia.
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