Peces
tristes
lanzan
nidos hacia
un huevo de paloma,
secreto
en la llave
de
la noche herida.
¿No
hay nada que cierre esa boca
que
mastica la ternura
de
un caos en movimiento?
Unos
ojos
que
nieguen la existencia de un dios analfabeto,
una
sombra ardiendo en cada calle,
gorrión
de alambre,
cualquier
chiquillo.
Un
sentido ocupando el espacio
del
miedo que siente
la
razón pura.
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