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... aparece el recuerdo de la nieve
para cubrir de escarcha
la extensión de esta cama vacía.
Tampoco yo estoy en ella.
Cada noche me alejo,
me busco en madrugadas de respiración rugosa
que no tengan la placidez de una superficie
sin aristas ni pendientes hacia arriba,
introduzco el mínimo común múltiplo
en las ecuaciones resueltas sin dudas razonables,
empleo mi tiempo redondo vestido de negro
en distintas importancias que no le sirven a nadie,
ni siquiera a la plana y tangible experiencia
que no llega de marea de alacranes instintivos...
Yo no entiendo,
porque no me habla,
el brillo de un coche recién lavado,
pero aprendo el engranaje de los lenguajes ocultos
en los pliegues de mis sábanas.