Acaricia el desorden
que va dejando mi cabeza,
tormenta de la novena síntesis del año.
Más de un ciclo solar
y él, pura primavera de constante nitidez,
observa de nuevo la inclinación de la balanza
temiendo que vuele mi tren sobre los raíles.
O esperando ver ese milagro.
Entre malezas de cemento,
fabrica nudos para una bandera líquida
de lindes naturales.
Y así van pasando los días
para el fuego y la tierra.
2 comentarios:
Si en una parte de la balanza está el cielo y en la otra la tierra, yo me quedo con la tierra, esta que piso. Porque los milagros, que vienen del cielo, quedan muy lejos, por donde los luceros o quizá más allá...
Saludos
Juanma
A mi me pasa lo mismo, Juanma. Me encanta mirar el cielo, pero con los pies bien posados en la tierra.
Un abrazo, poeta.
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