Una curva de tu cuello delató la ambivalencia de las flores.
Pétalos serenos, redondos, simples contornos del reino
de los nacimientos,
amenazaron mi calma, observada desde el balcón más alto
del palacio oscuro, casi muerto.
La sombra no sólo a mi me exonera de las luces en la terraza.
Hay que tener en cuenta que la distancia es la misma desde el ser
a la imprecisión siempre viva de los amanceres,
azules, límpidos por la niebla, resbaladizos y blandos
dentro de la dureza del hielo.
No he visto aún una fórmula que se parezca a aquella carretera
fría en la mañana recién horneada,
tan de plata como el acero de las hojas de chopo
sobre la alfombra de tu misterio,
sobrio y decente, extremadamente al límite
de un milagro sobre mis senos.
Canta un jilguero y duermo, por fin,
en el regalo de tu playa, árboles y retamas hacen de orilla,
la arena es mi mirada desmembrada
en poros de piedra, musgo y semillas.
6 comentarios:
"Hay que tener en cuenta" que lo ambivalente es lo que generalmente nos provoca a seguir aún en lo oscuro de los balcones. Genera adrenalina pasar desde el frío helado del acero a una playa, a escuchar a un jilguero. Somos tan insensatos a veces, por ejemplo mi Susi, a mi, estar debajo de un duraznero me produce alergia y sin embargo no hay manera de evitar que vaya a sentirle el perfume.
Vivimos al límite poeta, y dormimos soñando con milagros. Como te extrañe estos días amiga querida, tus palabras para mi son como abrazos apretados siempre, ahí te dejo un montón, todos para vos.
Ummm, sabe a primavera con toques nevados. Delicioso soñar estos, tus momentos.
Un abrazo, bella.
Pues entonces qué te voy a explicar, Lyl, si sabes hasta dónde nos puede llevar el instinto. A veces, un abrazo helado es la antesala del infierno. En otras ocasiones, el jilguero canta y el milagro es lo que cuenta.
Besos, Lyliam.
Sí, sólo para mi, son momentos únicos. Una carretera helada en primavera camino de casa amaneciendo en ceniza y luz. Instantes mágicos.
Besos a tus huellas.
O se lucha para cambiar las cosas, o se emigra... pero desde luego el país no aguanta este ritmo 10 años más.
Me ha gustado mucho lo de "la mañana recién horneada", aunque debo reconocer que me cuesta un poco seguir e interpretar esta clase de poemas tan crípticos.
Un saludo.
O las dos cosas, Unshinging. Diez años son muchos para una mañana recién horneada, de ésas que conocen colores más allá de la conciencia. Te apuesto lo que quieras a que antes de una década la carretera se vuelve camino de los dioses.
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