Madera dentro de volcanes,
equidistancia entre paraísos desertores de las guerras,
fragor de gritos y gota resbalando hacia su origen,
selva, contestación prohibida
cuando se agotan las posibilidades de seguir callada.
Renueva el aire del quinto elemento en la discordia
dentro de un orden caramelo envenenado,
es estreno y muerte de lo que se espera,
porque la piel morena del rumbo le cuenta lo que vale y su voz,
coral autónomo entre las víctimas,
parece entonces el maullido enérgico de una gata.
Sabe que consigue estar lejos de rodillas a los pies del monolito,
ser olas emigrantes sujetas al mástil odisea,
brea en la cáscara de los barcos.
Delfín feliz por haber elegido la música,
mi amiga colombiana danza, y yo con ella,
en el monte,
lejos de las leyes
que no son naturales.