Hoy
el aire no quiere moverse,
son
las ramas las que lo animan a marearse.
Dar
vueltas y vueltas
-a
velocidad creciente, marea de savia-,
por
sentir que no existen razones
de
luces mecánicas en el lugar donde mueren
los
estados de sitio.
Hay
sonido de olas en este bosque,
cuando
los árboles comienzan su baile.
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