Llega
el día luz espuma luna sin dientes.
Una
campana despierta al viento
con
un leve giro hacia el oeste,
el
sonido parece una canción de cuna.
Con
manos llenas de agua,
las
nubes mecen la sepultura
del
niño que murió por haberse equivocado,
no
era ésta la vida que esperaba.
Hace
ya tanto que calla,
que
su voz es piedra
con
el nombre de su cuerpo detenido.
Las
viejas flores de plástico,
descuidadas
a su suerte,
preguntan
al tañido,
tan
lejano,
para
qué nacieron.
La
respuesta es el arrullo del aire.