Me
quité de en medio
para
que nadie diga
que
fui la víctima de mi tedio;
aunque
la verdad es
que
huí por no morir
de
tu mano,
directa
o delegada.
Eras
mi barrio,
la
cuesta que ya nadie sube
sin
mil soplones a la espalda,
origen
de la ceniza,
central
veneno.
Te
amé y,
a
veces,
recuerdo
ese corazón tuyo
que ahora parece muerto.
Ahí
te quedas,
pero
quiero que sepas
que
a lo mejor no te quise tanto
como
creyó tu miedo
y
yo misma.
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