Un
bosque y sangre hirviendo
en
la palma de la mano,
sumisión
al desacato,
a
los montes y a los vientos,
un plano que no importa
(la
pregunta del niño es por qué,
no
de qué forma),
una
vuelta de llave,
otro
estar diferente,
un
consumir la frente
en
luces orientales,
una
gata que desnuda la madeja,
la
silla donde reposan los pies
de
catorce contenidos,
un
ser el sol en el filo
de
un ideal sin cárcel.
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