Hay
niños mecidos
por
el filo de las algas,
sus
ojos no se cerraron
para
ver mejor los ojos
del
monstruo que asusta
en
todos los cuentos.
Sus
manos
-tan
leves-
son
puños queriendo
saber
qué está pasando,
qué
vida es esta vida
de
ruiseñores sin alas,
qué
dicen los que están al lado
de
los que fabrican el miedo,
que
lo llevó lejos
-tan
lejos-.
Sus
ojos,
siempre
abiertos,
nunca
callan,
y sus pulmones
se llenan de hielo.
y sus pulmones
se llenan de hielo.
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