Caen gotas
de
una vena,
de
una frente,
de
unos ojos
inclinados,
asimétricos.
Hay
muchas formas, pero
se
da más,
con
gran voluntad y sinceramente,
la
espiral
que
soluciona el misterio con una pregunta.
Así
vuelve la calma,
aunque
sólo durante
un
breve centímetro.
Luego
llega
el
estado anterior
a
otro interrogante.
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