¿Comprender
que es inútil pedir tan sólo
un
reconocimiento de los hechos?
Ni
siquiera la exigencia de un 'perdona'.
Únicamente
un guiño, un gesto;
una
actitud fuera de
que
tuve lo que merecía;
un
'es verdad, no lo sabía',
una
mirada que no sea el frío
de tu miedo,
que
asegura
que
los golpes son por mi provocación directa,
que
la humillación se debe a mi indisciplina,
que
quitarme el suelo es por mi desobediencia,
ésa
que de tal forma palpita, que hace ruido
a
la hora del reposo de los monolitos.
Que
molesta.
Pero
sé que es por algo
más
antiguo que los astros
cuando
aún no eran.
No
me importan las leyes,
el
decreto del jefe del más supremo
de
los tribunales, los países,
las
tribus, los vecinos...
Lo
urgente es lo que tú me digas.
Y
no me cuentas nada nuevo.
También
guardo un recuerdo
que
me mostraron los siglos:
viviré
eternamente,
y
el día menos pensado
tú
ya no estarás aquí.
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