Nací
huyendo, supongo.
Porque
toda huida contiene incertidumbres y
no se me da mal convencer a las puertas
de
que necesitan movimiento.
También
sé quedarme,
pero terminan por mostrarme la salida,
hay
que tener en cuenta que
no
soy yo sola,
conmigo
van las abuelas de los primos del poblado,
las
quebradas espaldas de los vencidos,
el
animal que me dijo:
“mírame
a los ojos y dime si no es corta la vida”,
los
nudos maestros y los mitos que saben hablar
en
todos los idiomas.
Será
por eso, supongo,
que
la soledad nunca es pequeña conmigo,
le
caben los seres que me visitan y
árboles
gigantes,
con la cabeza en el cielo,
que
no me olvidarán
nunca.
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