Qué quieres que
te diga,
niña,
del pan y las
sombras.
Si tu madre opina
que el uno se come y las otras ocultan,
si el maestro
explica que son cimiento y
la cara
misteriosa de la luna,
si te obligan a
tener poco
y a pintar de
blanco la fosa.
Que diga lo que
pienso,
dices,
de la espiga
dorada bajando la cabeza en señal de respeto,
cuando la luz es un
mimbre mojado por la noche y
la caricia del
viento,
el secreto que
les une.
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