Brindo
por ti,
en
esta hora que no es de hielo ni de noche;
ahora
que el color de tus ojos se ha perdido
y
tu olvidado cuello
no
existe en mi memoria;
ahora
que nunca se me aparece
tu
aliento por las venas,
señoras
eternas de mis escalofríos.
Brindo
porque estoy viva, porque nunca estuve loca,
por
que te quedes con el calor que no dabas.
Brindo
por la nube que salta sobre mi espalda,
por
el gorrión, su vuelo y
por
este dolor
en
la boca del estómago,
que
me está diciendo
que
no brinde por ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario