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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

domingo, 5 de febrero de 2017

Yo no hablo con los muertos


Yo no hablo con los muertos,

son tantos,

que mi voz se asusta 

no sale y por eso

no escucho de ellos

más que sílabas remotas

orgánicamente dispuestas a decir nada

de la forma más confusa posible.

Sin embargo, en la noche de todos los difuntos

se entiende con claridad meridiana

lo que cuenta al unísono esa turba melancólica y

decadente que reluce como fósforo de cementerio

(un mitote, supongo,

terapia de grupo, catarsis,

qué sé yo cómo lo llamarán en su mundo),

se quejan del exilio,

pero sin ganas de discutir con el primer viviente

que se aparezca de anochecida,

no hay voluntad beligerante, cuestión de capital importancia,

si recordamos la mala fama que sobrellevan.

Me gustaría preguntarles algo que ronda mi entendimiento,

pero la sordera de los finados es 

de una calidad elíptica;

a veces creo que me ignoran

porque así lo disponen sus leyes desesperadas.














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