De
igual forma que aprendemos a nombrar los asuntos importantes
de
los días,
hay
que saber entrar en la noche.
El
instante es el cristal de tiempo en equilibrio dinámico
que
ordena la mezcla de las luces con las sombras,
no
antes ni desapareciendo: la señal se muestra cuando
la voz resultante de esa sincronía a velocidad paciente,
levanta
la cabeza.
Se
acepta cualquier motivo, y hasta la ausencia de ellos.
La
forma es mirar,
en
ángulo de 90 simetrías,
de
frente a la Vía Láctea.
Apoyando
su columna en el cuerno de un crustáceo,
haciendo
algo con las manos quinta y séptima,
sin
verte mientras fabrica,
arropará
tus hombros con un abrigo de algodón teñido de negro.
Como
la muerte.