Me
importas a veces,
como
a los árboles el viento entre sus ramas;
como
a una fábula que busca
el
secreto de la herida en un amanecer de cobre le interesa
el
final de su relato.
Aleteo
sobre alambre, quizá esperando
una
gota de rocío sobre una espiral de idea
y
un aliento sorprendente en un horizonte verticalmente simétrico,
fronteras
que no son geometría, sino saltos
de una pluma que
no sabe por qué sube,
que sigue volando,
ciega
a la altura y al propósito de nadie,
tan
libre como un anillo de agua
dentro
del río.
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