“…No tengáis nunca miedo de hablar a las esquinas.”
(Javier Egea)
Las
palabras que pensamos cuando nacimos del agua,
escapando
del barro y la ceniza,
ocultan
la cabeza en una antena de mosca.
Callan
sus ojos de hermética puerta,
sirenas
turbias escamas alas y un pez sobre la cima.
Perpetuas
de nieve en el fondo de los huesos
tras un código heredado
con estatua,
su
centro es un charco pisado por la niebla,
flores
pequeñas
muriendo
de frío en la garganta.
Solas.