Aún
no alcanzo la copa del veneno.
Como
una gota en un cristal de piedra y de cenizas,
camino
despacio;
casi
no dejan huellas, pero mis pies son ácidos
colmillos
de serpiente en el fondo de ese cáliz,
donde
duerme sin defensa la droga que dará fin
al
exterminio de los días.
Mientras,
me asombra el caos en un girasol de trigo.
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