Mi
nostalgia es un país de arcilla sin forma desesperada.
Es
una respiración de barro y de hierba que deja en la piel
la
fría humedad de las serpientes. Con ella,
el
techo convierte plumas en nidos que alzaron vuelos sin apenas alas,
como
si fuera mi nostalgia llave de una puerta
visitada
por cuervos antes del primer ángel.
Puede
llegar a parecerse al rastro de un ciervo
limitando
con mis pies a los pies de mi nostalgia,
entera
de cuerpo, cuando no recuerdo quién soy,
de haber nacido tantas veces.