Si
alguna vez te cruzas con alguien y sólo se ven de su rostro las
ojeras,
dos
barcas azules salvando náufragos, y un brillo en su mirada.
Si
parece que se esconde en la penumbra que proyectan las farolas.
Si
guarda algo dentro de su ropa, pegado al pecho,
que late cuando pasa por tu lado, no temas nada.
Es
un animal vivo, un sufrimiento menos,
un
paso más desde los monos guerreros hacia el resplandor de las
estrellas.
¿Quién
entre nosotros, pobres seres maltratados, no sonreiría,
no
se apartaría para que llegase antes,
y
desde allí nos llamara?
Los activistas por la liberación animal son implacablemente perseguidos
por la autoridad. Todas las autoridades. Pero han crecido sabiendo
que Schlindler lo consiguió, y eso no tiene vuelta atrás.
2 comentarios:
Que precioso poema Susi...me emociona leerte hoy. Me voy encantada de haber venido a ver que más hay por aquí linda.
Acabo de ver tu comentario, Lyl, de pura causalidad. Soy un desastre.
Publicar un comentario