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Allen Ginsberg, tras leer las críticas oficiales a su poema Aullido:
"La poesía ha sido atacada por un aterrorizado hatajo de ignorantes y pelmazos que no comprenden cómo se hace, y el problema con estos cretinos es que tampoco la reconocerían si se les apareciera en mitad de la calle y se los follara a plena luz del día."

miércoles, 27 de enero de 2016

La ciudad está llena de presencias


Collares que no forman discurso, 

palabras unidas con cemento mentiroso, 

porque está muerto; 

un candado más en el cerrojo, 

la mente de un niño acosado, 

cielo charco paralítico. 

Un viejo silencio. 

Río perdido entre las piedras, 

porque las ciruelas no quieren caer a su lado. 

Luz de gas en paredes blandas, 

un asiento sin respaldo, 

sin deseo, vacío.





jueves, 21 de enero de 2016

Para ver latir


Las luces apagan las estrellas, esas bocas de dioses cálidos 

que cuentan historias dentro de una noche de invierno. 

En las simas abisales no se ve nada, 

ni rayos ni oriones ni osas erguidas comiendo el fruto del árbol más dulce. 

Se asombran unas criaturas contra otras en el bosque oscuro de sus aguas, 

se alejan despacio, se llaman luego 

con voces lánguidas y graves y extrañas. 

Una lámpara encendida es cerrar el cielo del fondo de los mares. 


Atacar farolas, 

como quien abre las ventanas de un castilllo de arena. 

Romper a pedradas los ojos muertos de las cámaras, 

para ver latir el cerebro de las alcantarillas.









sábado, 16 de enero de 2016

1984


Entonces llegaron los ojos de vidrio,

por voluntad de la impotencia.

No tenía ganas, pero sonreí al encargado del empalamiento.

Me llevó, presa de su guerra.

A veces me daba pena;

otras veces me daba el asco que surge

de tanto olor a muerto.

No me dolía el cuerpo, pero silbaba una serpiente

de lengua inmortal e infinita.

Dentro de mi oído.

Silbaba siempre.







sábado, 9 de enero de 2016

Nuca de garza


Nunca supo madrugar, 

pero bailaba 

sobre el horizonte rítmico de las estrellas.

Volverá aprendida de historias,

sobre las cáscaras de una periodista,

cuando Hunter Thompson se hizo amigo de un dragón

realmente estupendo.

Yo no sé dónde el límite, pero ella, 

infinitesimales galaxias.






viernes, 1 de enero de 2016

Dentro de la niebla


Los papeles movidos por el viento iban 

de la mano de sus hombros. Acercarse a su rostro, 

batir de alas en algún lugar lejano. 

Mariposa del motivo. 

De vez en cuando reía, 

pero siempre componía tangos para perros verdes 

y gatos solitarios bajo lluvia de constelaciones. 

Rodales de amapolas en las mejillas, 

ojos grandes, cabello largo, 

languidez de trapo en ese gesto divertido 

que vivía en una sombra muy cerca de otras orillas. 

Daban ganas de abrazar la carne de sus huesos, 

para fundir la nieve de mil millones de muertos 

boca abajo.