La cosecha era el tiempo
de escuchar hojas en suelos flecos
verde antiguo
rueda rota en el radio octavo,
arrastrando mástiles que serían alimento
de la lumbre.
Se quitó el apellido,
como quien desprende una costra que ya no necesita.
Vio en su lugar una piel tan blanca,
que no hubiera sido elegante
ponerle un nombre.
Dejaría que sus poros buscasen qué hacer
al abrir los labios...
Quizá detener el llanto de
la pesadilla de un alambre,
o traducir el núcleo germinado
de la semilla de un roble,
tan perfecta.
5 comentarios:
Me encanta hablarle (incluso opinarle), pero hoy no sé qué decir :)
Estimado compañero:
"Lo que yo escribo es lo que normalmente un editor desecha y un psiquiatra encuentra interesantísimo".
Jack Kerouac.
El bueno de Jack terminó sus días bebiendo cervecitas ante el televisor acompañado de su madre, muy solo, aún era joven. Y, afortunadamente, no hizo caso a ningún psiquiatra nunca. Ya nadie lee a los beatniks (y sí, es una pena), aunque en ciertos círculos cada vez se habla más de Burroughs. Salen algunos pocos libros suyos al año sobre experimentación y cut-up, pero eso es todo.
Gracias por tu respuesta. Espero nuevos poemas tuyos. Un abrazo.
Te sigo en La semejante criatura. No te digo nada allí, porque sólo aprendo de lo que escribes.
No hay nada que aprender, querida. Creo que lo sabes.
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